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10 mayo, 2012

A veces pienso cosas y me creo grosa por eso, luego las escribo. Fin.

Tenía eso, el título de la entrada, antes como descripción del blog. Es que quería agregar algo, quería que Inflexionando creciera más, pero me daba algo raro dentro mutar tanto este blog, que su objetivo se vuelva difuso antes de alcanzarlo.
No recuerdo haber puesto cuentitos o poemas acá, quizás si, pero no, no me acuerdo. Entonces cuando quise hacerlo intenté de escribir en mi tumblr, fallando épicamente.

Al final en el único lugar donde me siento cómoda escribiendo públicamente es acá. Y bueno, voy a solucionar mi error anterior pasando las cositas que hay en "filysofia", mi tumblr, para acá. Por ahora esto:

“Recuerdos húmedos”
Un día, al fin, me dijo que sí y nos fuimos de viaje a la playa. Esperábamos calor y sol para usar poca ropa pero estaba muy nublado, él se enfurruñó y no quiso salir de la habitación. Yo me puse triste ¿por qué las nubes jodían justo cuando aceptó? pero la verdad a mi me gustaba este clima, entonces agarré mis cosas y salí con la ilusión de mojarme los pies en el agua fria.
No reuerdo nada más del viaje por ahora, seguro no importa, sólo hay nubes, el mar frio y el aire húmedo-salado… la sensación que ese día el ciclo del agua y yo fuimos uno sólo. Llamémosle “recuerdos húmedos” para hacerlo más interesante.


Cuando lo escribí creía que era coherente.
¿Y si rompo la capilaridad del espejismo en tu pupila? Entonces yo aumento mi frecuencia, las ondas largas y por un momento ya no existo más. Para eso convertir mi voz en cuchilla y mi boca en volcán porque si no tendré que soportar el aluvión, tormenta con su perfume a culpa. Soportar o hacer lo mejor para mí. Y nosotros.


Su-pérdida.

Un par de días después me enfermé. Supongo que apropósito, quería que las últimas horas se repitieran por siempre hasta que perdieran el sentido que les había encontrado mientras me lavaba las manos. No podía, ni quería, salir de la cama ni dejar de recibir su atención. 
Ahí afiebrada me aburría, él no podía pasar todo el día conmigo, si no estaba él ¿para qué me iba a quedar en su cama? Todo lo que era su perdía sentido si él no estaba, todas sus cosas, todas sus palabras, su olor y hasta su yo. Es decir, yo. ¿Aun me soy?
Paso corriendo, ahuyentando a los segundos, pero vuelven como palomas hambrientas. Paso corriendo con fiebre, paso corriendo para enfermarme más y llamar tu atención.
¿Para qué llamar tu atención ahora si no estás?

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